La historia de la cerveza esta íntimamente ligada a los primeros pasos dados por el hombre en la agricultura. Su nombre proviene del latín clásico cervisia o cerevisia, por referencia a Ceres, diosa de la Agricultura.
Los agricultores observaron que la combinación de granos molidos, puestos en un recipiente y expuestos al medio ambiente fermentaban. El resultado de lo obtenido les agradó y probaron agregar agua a la pasta resultante del fermento.
Por el siglo XIII, se incorporó el lúpulo a la mezcla, quien estaba encargado de darle sabor y aroma debido a sus conocidas cualidades antisépticas, que otorgan estabilidad a la bebida.
La producción industrial masiva es reconocida como iniciada a fines del siglo XVIII.
Para su elaboración no se depende exclusivamente de un grano determinado, sino de los cereales locales (existieron y existen cervezas de maíz, cebada, arroz, mijo, avena, etc.).